Delirios transaharianos. La ruta hipnótica

Delirios transaharianos. La ruta hipnótica.
Mi trance viajero.

Ya has perdido la cuenta de las decenas de kilómetros que llevas en silencio.
Vas a hablar con tu compañero de al lado, igual de mudo, pero una fuerza superior tira de ti hacia adentro, hacia tu propio interior.
Aun quieres acurrucarte un poquito mas en ese trance introspectivo al que te induce la carretera.

 

Como un videojuego de carreras de coches con gráficos sencillos… se sucede continuamente la misma variación de la imagen:
la señal de la curva…
inclinación de la carretera…
otros tantos kilómetros de pura recta…
Arbustos pequeños, sobre un manto seco.
Blanco.
Se repite hasta el delirio.
La misma señal de precaución por cruce de dromedarios.
Y desierto.

Desierto. Desierto. Desierto…

 

De vez en cuando se deja ver el mar, próximo a la vista, pero a la vez lejano.
Ilusión óptica propia de los horizontes infinitos…
Izquierda y derecha. Desierto y mar.

 

Show de Truman
Pasarela mecánica en la que crees que avanzas… y corren delante de ti las mismas señales continuamente.
El mismo cañón, besando el mar.
El mismo control, el mismo militar, que lanza las mismas preguntas.

Desierto. Desierto. Desierto…
kilómetros, kilómetro, kilómetros…

 

 

Y una canción de antaño, de Alejandro Sanz, se cuela entre la música saharaoui que te dio aquel chico en El Aioun. Y viajas en el tiempo. Y te hace llorar.
Llorar… De felicidad.
Y piensas que lo has pasado mal, pero ahí estás,
atravesando una vez más aquellas tierras,
saciando tu sed de aventura en medio de un árido desierto.
No supiste lidiar con la rutina y luchaste con ella. Viajando
Como soñabas.
Viajando. Como anhelabas.
Viajando. Para sentirte viva, para conocer(te), para desaprender y reaprender.

 

 

Y entonces sabes que todo está bien. Que todo está en su sitio, para bien o para mal.

Porque cuando rebosas tanta felicidad, nadie ni nada puede hacerte daño.

Sonríes. Porque no puedes pedir más a la vida en esos momentos… que una buena compañía, y todo un desierto por delante…

 Y sigues, feliz, delirando por el Sahara.

En silencio.

 

Carretera y manta: sin fronteras (transahareando)

Este post forma parte de una serie temática llamada «Carretera y manta: Transahareando sin fronteras»
Empezó con una frontera cerrada y un viaje que se esfumaba, y finalizó con un gran viaje inesperado, salvaje e inolvidable.

Lee las publicaciones en orden aquí:

 

 

 

 

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4 comentarios en esta entrada

  1. Precioso ¡¡ me encanta además como lo cuentas .
    Sabes ? empecé a seguirte en Face cuando leí » llueve en el desierto » . Cuentas muy bien las cosas , como poesía en prosa . Y siendo como soy una enamorada de ese país , en el que pienso todos los días desde hace más de 25 años …

    1. Como me alegra tu mensaje Loli!!El texto de las lluvias fue casi de los primeros que plasmé en el blog. Me alegra que te guste y transmita. Siendo tu una enamorada de Marruecos, puedes entender mucho mejor mi pasión por el país, y seguro que comprenderás mucho mas mis textos que otros.
      Te mando un abrazo! y a ver si un día nos desvirtualizamos y nos bebemos un té en persona!

  2. Bonito relato, perfecto escenario y genial compañía para delirar por el Sahara

    1. Gracias Vero. Así es… escenario ideal en la mejor compañía 🙂
      Gracias por pasarte por aquí

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