Desde que llegamos a Mauritania todo han sido atenciones.
Nos recibieron con el manjar de cordero con patatas y después Khali y Papu nos pasearon por Nouadhibou y su puerto, uno de los caladeros más importantes a nivel mundial, responsable de la principal actividad económica de la zona, y gran parte del país.
De hecho, Nouadhibou es una de las ciudades principales, unida a la capital Nouakchot por unas de las vías principales asfaltadas: la carretera transahariana Atlantica.
Entre una y otra se atraviesa un paisaje desertico salpicado de acacias
En Nouadhibou hay 2 cosas que me llaman especialmente la atención:
– Su cementerio de barcos
– Y el tren de mercancias mas largo del mundo, que atraviesa el desierto en busca de hierro.
En cuanto al cementerio de barcos, me dijeron que el gobierno los había retirado todos… así que no tuve mas remedio que conformarme con esa historia, aunque hago un llamamiento a los amantes del la ruta Transahariana para que me confirmen esta información.
Viendo pasar un sueño…
Por suerte, cuando paramos a comprar agua, frente a las vías del tren, pude verlo salir de Nouadhibou.
Iba vacío.
No llegué a contar los vagones de carga, pero tan solo vi 2 locomotoras tirando de todos ellos.
El tren apenas lleva algunos mineros entre los pasajeros privilegiados que viajan en los únicos vagones aptos para ello. El resto deben ingeniárselas para realizar la travesía hacia el interior dentro de los vagones, vacíos, o bien compartiendo compartimento con toneladas de hierro, cajas de té y otras materias transportadas, bajo un sol abrasador por el día y arropados por un inmenso manto de estrellas por la noche.
El trayecto completo de vía cubre, desde 1963, los 704 km que unen Nouadhibou con Zouerat, lugar donde se encuentran las grandes minas de hierro del país.
Imaginé sus más de 2,5 kilometros de longitud serpenteando hacia el interior, por las áridas tierras desérticas, que devoran el país. Y regresando, lento y pesado con toda la carga, y la gente asomando sobre ella.
Tuve ganas de correr y saltar al tren, de recorrer la ruta, de viajar al raso disfrutando de auténticos paisajes del Sahara, imposibles de descubrir de otra forma.
El tren se puso en marcha, y lento y constante vi pasar un sueñodelante de mis ojos…
Apunté la idea en la «lista mental de rutas pendientes»
Algún día yo tambien viajaré en el….
La carretera transahariana hasta Nouakchot
El resto del viaje a Nuakchot fue toda una experiencia. Cada imagen y estimulo nuevo era absorbido a través de la ventanilla del coche.
Las extensas llanuras del desierto, las acacias solitarias, los escasos poblados, las mezquitas, tan «cucas», pequeñitas y decoradas con alguna cenefa a color. Los dromedarios salvajes (En Marruecos todos tienen dueño!!), me sorprendió ver tantos animales a su libre albedrío vagando por el desierto.
Al atardecer paramos en una estación de carretera, de las pocas opciones en ruta, para estirar las piernas y que los chicos rezaran.
Comenzaron a llegar otros coches y autobuses que se unían al grupo. La mezquita estaba colmada de fieles, por lo que los ultimos en llegar iban arrodillandose a las puerta, o junto a sus coches, unidos por unos minutos con su rezo.
Al margen de lo religioso o no que se sea, es muy bonito contemplar un espectáculo así, y respirar el sentimiento de alegría y compañerismo que para una persona practicante es el poder compartir con sus camaradas, ese fervor religioso.
El resto del trayecto hasta la capital fue rápido. Ya no había luz alguna, tan solo la de los faros del coche, que alumbraban la accidentada carretera sembrada de conchas marinas casi fosilizadas en el asfalto, a pesar de no ser tan antigua.
Aunque avanzamos en la oscuridad, intuyo que no había mucho más que puro desierto.
Dejamos atrás un camión abandonado, con las cuatro ruedas en llamas, que invadía la mita de la calzada.
– Está ahí desde ayer – nos dice Papu mientras lo esquiva.
Entre control militar y control policial, llegamos a Nouakchot.
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Soy Alicia , el alma nómada tras las lineas de este humilde blog.
Mi curiosidad hacia el mundo me llevó a viajar por a África.
En Marruecos descubrí mi pasión por el desierto, y me fui a vivir entre dunas.
También emprendí y pasé de nomadear en solitario, a formar una familia viajera intercultural.
Criando y viajando, entre dos tierras, por le mundo. Con raíces y alas.
Tengo una agencia de viajes (www.tourpormarruecos.com). Fotografío y escribo.