Imilchil
Cuenta la leyenda, que un chico y una chica, pertenecientes a tribus diferentes, no podían casarse porque sus respectivas familias no estaban de acuerdo con la unión.
Ambos corrieron a la montaña para llorar en soledad su amor prohibido, y tanto fué así que sus lágrimas formaron 2 enormes lagos que perduran en la actualidad:
El lago Tisilit, colmado con las lágrimas de la chica, y el lago Isili, formado por las lágrimas del chico.
(Tisilit en idioma tamazight significa «novia» e isilí, «novio»)
Un festival al amor libre
Según la explicación romántica del «Moussem de Imilchil», en honor a la leyenda, se celebra cada año en la localidad de Imilchil una fiesta en el que una treintena de chicos y chicas de la región, (especialmente de la anciana tribu de los Ait Haddidou), se eligen y casan, en teoría, de forma libre y voluntaria, ante la mirada de todos los asistentes al evento, un juez y el caid, en un festival que cada año recoge a más curiosos marroquíes y algunos extranjeros y amenaza con convertir la tradición en un evento turístico.
La peculiaridad del enlace, es que cuando no han quedado satisfechos con sus respectivos y recientes cónyuges, pueden volver a sus familias y casarse otra vez al año siguiente en un nuevo matrimonio.
Que en Marruecos todavía existan los matrimonios apalabrados entre familias es un hecho, y a pesar de que el código social con respecto a las relaciones matrimoniales lo recoge como algo «normal», también es un hecho el que, aunque no llenando lagos de lágrimas, haya jóvenes llorando sus amores prohibidos ante la negativa de sus familias. Así como está en aumento el número de divorcios, cada vez más comunes en una sociedad que comienza sutilmente a reclamar un nuevo cambio en las relaciones pre y pos matrimoniales, y que ya está latente en las grandes ciudades.
Aunque en el Mussem de Imilchil, en teoría, se permite la libre elección de la pareja, el cortejo, pedida y formalización de la unión se dan a menudo de forma muy superficial, y si bien no es totalmente cierto que se prometan y casen a lo largo del fin de semana, porque en la mayoría de las ocasiones ya se había «echado el ojo» antes, en otras, recién se han conocido y no por lo de «libre elección» deja de ser un acto prematuro y precipitado.
En el desierto especialmente, y en Marruecos en general, he asistido a bodas en las que he visto a los chicos jóvenes, bien arreglados, perfumados y dispuestos para la ocasión, paseando por la zona de la celebración lanzando miradas a las chicas, que muy sutilmente se las devuelven cuando han sido de su agrado. Con suerte habrá un intercambio de teléfonos en el momento oportuno, y muy lejos de la mirada de la gente.
En estos casos el cortejo es tan discreto, que hay que saber más que el idioma para darse cuenta.
En Imilchil, durante el Moussem, este flirteo es evidente, se siente, se ve y se respira en el ambiente. Es el fin de semana del «amor libre» y como la tradición lo permite, grupos de chicas Ait Haddidou, con sus típicas mantas a rayas sobre la espalda, pasean por el gran zoco que tiene lugar paralelo a la celebración, mientras son piropeadas por los chicos, que también en grupos las siguen para entablar una conversación, que quien sabe, puede terminar en boda.
Siguiendo la tradición, el chico dirá a la chica:
– Tgchemt tazanu (literalmente: «te has sentado en mi hígado», que teniendo en cuenta que el órgano asociado al amor para los bereberes es más el hígado que el corazón, vendrá a ser algo así como «has penetrado en mi hígado»)
A lo que ella responderá:
– Quia kiy(in) tazanu («tu también en mi hígado»)
Y así quedarán formalizados petición y consentimiento.
Las bodas no se celebran en el mismo pueblo de Imilchil, sino a 25 kilometros, en el poblado de Ait Hammar, donde se encuentra el morábito de Sidi Ahmed Oulmghani, guerrero original de Tarudant, quien según cuentan, tras luchar contra los portugueses en la costa Atlántica, huyó herido a las montañas y allí murió.
La Peregrinación al morábito
Según una segunda explicación, es por ello por lo que cada año, normalmente en el mes de septiembre y sin fecha fija, se celebra el Moussem, que no es otra cosa que una peregrinación al morábito del santón, donde unos rezan en la mezquita, algunos se casan, y otros, los de las tribus seminomadas que habitan la zona, aprovechan para hacer las últimas compras de todo aquello que precisarán para pasar los fríos meses de invierno que se avecinan y que los dejarán incomunicados y rodeados de nieve a -20º de temperatura.
Así que el evento acontece entre picos de mas de 3.000m, con un enorme zoco con todo tipo de productos, unas tantas bodas, rezos, y peregrinos y peregrinas en busca de La Baraka (la suerte)
Intentando controlar a las tribus Ait Haddido
Una tercera versión explica cómo, en tiempos del protectorado francés, el propio gobierno fomentaba estas fiestas financiando las bodas, con el fin de animar a las más ancianas (y rebeldes) tribus bereberes del Gran Alto Atlas, ajenos al movimiento del país al otro lado de las montañas, incluso a las desconocidas prácticas religiosas musulmanas, a formalizar y registrar sus compromisos, para facilitar el registro y el censo.
Sea como fuere, es un evento tan curioso como interesante, que merece la pena conocer. Pero si se asiste a él, debe hacerse con todo el respeto y discreción, ya que en la última década, al moussem lo acompaña el «Festival des Musiques des cimes», con actividades y programación para todo el fin de semana, tanto en Imilchil como en Ait Hammar, que además para atraer asociaciones y ayudas para el desarrollo de la zona, ha atraído a numerosos curiosos, turistas y ladrones de festival.
(A mi de hecho, me robaron TODO lo que tenía de valor. Te lo cuento aquí)
Por nuestra parte, no podemos olvidar que se trata de una peregrinación y celebración tradicional, que no debemos convertir en un evento turístico multitudinario desvalorizando el significado que para estas tribus tiene.
Como llegar a Imilchil,
Tanto si se quiere asistir al evento, como para explorar la zona, que es de una sobrecogedora belleza, son varias las rutas de acceso.
Hasta hace unos años no había ninguna carretera asfaltada, por lo que el altiplano de Imilchil quedaba prácticamente aislado, especialmente en los meses de invierno.
Hoy esta mejor comunicado.
Estas son las diferentes opciones:
– Al parecer, la ruta desde ErRich (a unos 80 km de Midelt) es la que se encuentra en mejor estado. Yo no la hice nunca, por lo que no puedo confirmarlo, pero es la mas escogida para llegar a esta zona del Atlo Atlas.
– Desde Midelt hay pistas que atraviesan el Circo de Jaffar, pero es necesario un 4×4 para explorar la zona en profundidad ya que no hay asfalto.
– Desde el sur, vía «Gargantas de Dades» y «Gargantas de Todra», hay 2 opciones más de acceso que comparte el ultimo tramo.
Yo he accedido desde las Gargantas de Todra, a través de la carretera y pueblo de Tamtatouch.
Hay asfalto, aunque no en perfectas condiciones, y el transito en algunas zonas es lento, ya que la carretera se estrecha y atraviesa por mitad de los pequeños pueblos que encuentra a su paso. Eso si, las vistas merecen totalmente la pena.
– Al norte, desde Khenifra o Beni Melal através de Aghbala.
Esta ruta yo la hice a la inversa, para salir de Imilchil dirección El Ksiba y Kasbah Tadla. Esta ruta también está asfaltada, pero la carretera en algunos tramos está en muy mal estado.
En tiempo lluvioso, como fué el caso del festival, hay zonas peligrosas, y en invierno, cuando las lluvias y la humedad son constantes, la montaña se desprende e invade la ruta. El camino es espectacular, pero hay que recorrerlo con precaución.
Para cualquiera de las rutas, precuación especialmente en los meses de invierno. las lluvias y nieve son frecuentes.
Siempre es mejor recorrer esta zona con un 4×4 que con un turismo normal, pero yo lo he hecho este verano (septiembre 2014) con mi C15, y no fué mal, eso si, con experiencia en la conducción.
Aunque las distancias en kilometros parezcan cortas, calculad mucho mas en tiempo.
Yo siempre recomiendo:
«No os obsesioneis con llegar al destino, en Marruecos lo bonito es el camino!»
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Soy Alicia , el alma nómada tras las lineas de este humilde blog.
Mi curiosidad hacia el mundo me llevó a viajar por a África.
En Marruecos descubrí mi pasión por el desierto, y me fui a vivir entre dunas.
También emprendí y pasé de nomadear en solitario, a formar una familia viajera intercultural.
Criando y viajando, entre dos tierras, por le mundo. Con raíces y alas.
Tengo una agencia de viajes (www.tourpormarruecos.com). Fotografío y escribo.
Preciosa entrada…muy bien informada y descrita. Bravo !!!
Muchas gracias Anabel!
Tantos años en Marruecos y aun no conocía este mussem. Fue una experiencia bonita (a pesar del robo)!
Fantástica crónica, Mabruk Tabkhucht!!
Y planteas una cuestión que creo merece una reflexión por parte de todos los viajeros y de todos los implicados en el sector turístico ¿cómo alcanzar un equilibrio entre una celebraciòn tradicional y la asistencia turística multitudinaria?
Por un lado nos encontramos con el enorme significado y valor histórico-cultural que estas celebraciones tienen para sus protagonistas.
Por otra, es indudable que la difusión de estas celebraciones despierta el interés de muchos por conocerlas y/o vivirlas con más o menos profundidad y con más o menos respeto y que inevitablemente éste va decreciendo a medida que se masifica la asistencia a ellos al ·”venderlos” como espectáculo floklorico-festivo para turistas.
Paralelamente, no podemos obviar que la asistencia de turistas o espectadores aporta recursos ecónomicos a la zona y que lógicamente, éstos, son más que bienvenidos.
Entonces, ¿cómo alcanzar y mantener ese equilibrio necesario para no desvirtualizar la celebración?
Tú y cualquier viajero sabemos que la respuesta es el respeto y la información para poder comprender su significado y relevancia y es ahí dónde tu entrada gana valor porque a la vez que difundes, nos informas transmitiendo un respeto exquisito por una cultura y tradición digno de admiración.
Lo dicho, Niña…Mabruk!!!…y Gracias!!!
A ti!
Tu bien sabes de lo que hablo… para bien y para mal :*
Gracias por compartir 🙂
Me ha gustado muchísimo este artículo, principalmente por el tono que le das a tus palabras.
Muchas gracias!
En mis viajes, he asistido a muchos acontecimientos tradicionales (no programados para el turista) y siempre me ha preocupado hablar de ellos, para que no fueran un ‘destino turístico multitudinario’, como comentáis tú y «Nómada errante» y que desaparezca la esencia de lo que se celebra.
Abrazos!
Ahí está. El arte de pasar por un lugar como espectador… sin dejar huella, pasando desapercibida.
Un abrazo!