Gambia: historias de pies negros y burdeles

 

Este post te cuenta como llegar de Senegal a Gambia a pié a través de la frontera de Karang y cruzar a Banjul.
Pero sobre todo, este post habla de cómo llegué a Gambia con “mala pata” y pasé la noche en un burdel.

 

Accedimos a Gambia a través de la frontera de Karang, donde llegamos haciendo dedo desde un pueblo semi fantasma y una carretera interminable.
El plan inicial era atravesar Gambia, para aparecer directamente en la Casamance, pero nuestro error fué cruzar la frontera a pié, en lugar de atravesar el país haciendo uso de la Transgambiana, destinada justamente a ello.
Por lo que, tras un duro cara a cara “R” VS “policia fronterizo”: “no Pago visa” VS “la pagas!”, pagamos la visa con una única posibilidad de entrada al país, viéndonos obligados a cambiar los planes y aprovechar la visa para quedarnos unos días en Gambia, antes de continuar al sur de Senegal.

Al otro lado de la aduana, ya en Andallai, taxi a Barra y espera para tomar el ferry que una Barra-Banjul.

 

Cuzar en ferry de Barra a Banjul

Llega el ferry, y como de costumbre, pelotón de gente agolpándose para acceder a él: Senegaleses, Gambianos, hombres, niños y mujeres exuberantes, con barreños sobre sus cabezas, sostenidos en perfecto equilibrio, ansiosos por apresurarse a coger un buen sitio a bordo.

El ferry estaba compuesto por una plataforma, donde apenas cabían 6 coches apretados y un par de motos. Unas escaleras subían a la parte superior, a ambos costados del barco, donde estaba la supuesta habitación con butacas -que yo nunca llegué  a ver- y otro par de escaleras que volvían a bajar al otro extremo de la plataforma.

A duras penas subimos a bordo, y a empujones y apretones nos abrimos paso para subir por la escalera, ya entonces repleta de gente, para tener que volver a bajar y tomar sitio -por supuesto de pié- en la parte delantera de la plataforma.

 

Gambia. De Barra a Banjul

 

El ferry arranca. Nos esperan 45 minutos de trayecto.
A los 2 minutos, el ferry que ya comienza a balancearse, forma una pequeña ola de agua, que aparece de la nada, y la mece de un lado a otro. En uno de los balanceos el agua que va y viene, vuelve teñida de negro y arrastra consigo toda la basura que encuentra a su paso en el suelo.

Las pocas personas que quedábamos abajo (seguro que los novatos) nos apresuramos a poner a salvo nuestros pies. Mis amigos lo consiguen apretujarse aun más en la escalera. Yo logro salvar mis pies pero al no haber espacio para mi cuerpo me sostengo a la barandilla en posición diagonal con la pesada mochila sobre los hombros.

El mejunje de aceite, grasa, basura y agua se mece de un lado a oto, cogiendo cada vez mas fuerza.
Con los brazos agotados termino rindiéndome a la ola negra y dejo caer mis pequeños y blancos pies al suelo.

Mis amigos ríen, y yo trato de mojarme lo menos posible poniéndome de puntillas en un agua que a ratos me cubre hasta los tobillos…

Un par de ingleses me miran con cara de asco, los Gambianos ni se asombran.
En los últimos 5 minutos de trayecto, ya ando un poco torpe, y se me cae mi termo de agua (funda de tela incluida) también al agua.
Ahora hasta los Gambianos miran con cara de asco.

Al final, tras 45 min de risas, llegamos a Gambia.

Se acercaba la hora del atardecer, y aunque aun no teníamos donde dormir, yo solo pensaba en dónde lavarme mis pies pringosos.
Así que entramos en el primer hotel que encontramos, a escasos metros del desembarco del ferry. Curiosamente el mas barato de las opciones mostradas en la guía que consultamos.
Negociamos el precio. Ellos se quedaron regateando mientras yo al fin pude ir a lavarme.
Vuelvo con los pies lo más limpios que conseguí dejarlos, aunque cada grieta y huella dactilar quedará teñida de negro por la grasa durante días.
Y envueltos en una espesa nube de mosquitos, decidimos quedarnos a dormir allí.

Habitación para 4: ni muy acogedora, ni muy limpia, ni baño en el interior, ni sensación de comodidad… y, ni ganas de sumergirnos en la oscura Banjul de noche para buscar algo más barato, a sabiendas de que era complicado.

 

El hotel era parte de un gran edificio, oscuro y deteriorado, al cual se accedía por la parte trasera, a través de un callejón con forma de “L”.
Tenía varias plantas a las que se llegaba por una escalera y cada rellano daba directamente a un gran salón comunitario a modo de recibidor, con un par de sofás y una tele. Por lo que tan solo desde la escalera del bloque se podía ver el movimiento y vida del albergue.
Así mismo, las 4 habitaciones de cada planta tenían su acceso desde dicho salón. Por lo que era lugar de paso obligado para entrar y salir del cuarto y para ir al baño.

Desde que llegamos vimos bastante movimiento en las zonas comunes. Ya instalados analizamos el lugar:
Una chica gambiana sentada junto a la ventana se fuma un cigarrillo. Otras 2 chicas en la planta superior que vestían pantalones excesivamente cortos (para lo que había visto anteriormente) veían la televisión.
Otra se paseaba por el rellano, recién salida de la ducha, envuelta en una toalla muy pequeña.
Un par de horas mas tarde, vimos que ese transito ducha-salon era bastante habitual, y que del edificio no paraban de entrar y salir hombres que no permanecían dentro más de 15 minutos…

Esa noche dormimos algo escrupulosos sobre nuestras propias ropas (ante la sospecha de lo que mas tarde vendríamos a confirmar)
Por la mañana salimos a buscar algo para desayunar y nos confirmaron la sospecha:
nuestro edificio, además de hacer las veces de hotel, ¡era un prostíbulo!

 

Entré en Gambia con mala pata y muchas risas, y dormí por primera vez -que yo sepa- en un burdel.
A veces en los viajes improvisados también pasan estas cosas. Si eres extremadamente escrupuloso, no te preocupes, las señales para detectar si estas en un hotel o en un prostíbulo se van tornando bastante obvias.
Nosotros lo tomamos a risa, y a fin de cuentas ¡No dormimos tan mal!

 

Gambia. De Barra a Banjul

6 comentarios en esta entrada

  1. Un título muy sugerente y con gancho 😃 Vaya entrada movida a Gambia jjaja, puedo imaginarte en la embarcación atestada de humanidad y metida en agua de motores de ese tétrico y ambientado ferry, y para remate el hospedaje… 😂😂 pero no pasa nada!! Seguro que alguno te diría No Probleeemmm! ! 😃😃

    1. jajaja!
      Así es Teo, siempre “no problem”… pero así fue como llegué en Gambia… con los pies bien negros y durmiendo en un prostíbulo.
      Gran entrada triunfal!
      Un abrazo!!

  2. Y tú que eres una mujer que ha viajado mucho ¿no sabes que los “hoteles” cerca de los puertos son para el desahogo de los marinos? 😉
    ¡Mira que me has hecho reír!
    He subido en ese ferry, pero tuve la suerte de estar arriba y no se me quedaron los pies negros 😉
    ¡Abrazos!

    1. jajaja! Ay Mercè!
      Que se yo… llevaba mas de media hora a pulso agarrada a la barandilla de ese ferry, caí en el mejunje… llevaba los pies negros… solo pensaba en agua y jabón, jajaja
      Ademas, lo recomendaba la mismísima Lonely Planet!!! quien lo iba a imaginar(y quien mandaba hacerle caso!!)… 😀

  3. ¡Qué bueno! Al menos imagino que harían sus “actividades” de manera discreta en el hotel/prostíbulo.. Me encantaría ver cómo es Gambia.. ¿Estás allí todavía? ¿Cómo es la comida?

    1. jajaja! si, la verdad es que eran prácticos y discretos en ese aspecto y dormimos sin contratiempos.
      El transito al baño en toalla era lo mas “cantoso”, por suerte!

      Ahora estoy por el desierto, este post es rescatado de hace un tiempo 😉
      La comida en Gambia, como la de Senegal se basa sobre todo en arroz con pescado, salsas de cacahuete entre otras, a menudo picante…
      Te recomiendo un paseo por allí, es un país muy lindo!

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